Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1554
Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 10 de julio de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 176, 5673-5674
Tema: Aprobación de la suspensión de las garantías constitucionales en la provincia de Barcelona

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Voy a ver si se concluye este debate; y si no lo consigo, diré algo al Sr. Sol y Ortega y contestaré a la larga rectificación que me ha dedicado.

Yo dije que todos pedían en Barcelona grandes medidas, medidas enérgicas, para salvar aquella sociedad del peligro que la amenazaba; yo dije que de allí pedían al Gobierno, no ya la suspensión de ga-[5673] rantías, que eso parecía poco, sino el estado de sitio y aún el de guerra. Su señoría dice que no todos lo pedían; entonces no todos lo pedirían, pero nadie protestó; y cuando se decretó la suspensión de garantías como única medida, pudieron no quererla muchos de los que ahora discuten, pero nadie, repito, protestó; y yo puedo asegurar al Sr. Sol y Ortega, que no satisfizo la medida en Barcelona y que creyeron muchos que el Gobierno era débil. De manera que, realmente, el Gobierno se veía entonces atacado de debilidad y de flojedad por no tomar medidas más rigurosas que la suspensión de las garantías constitucionales. Hubiera sido bueno que los que no aceptaban esas medidas de rigor hubieran dado fuerza al Gobierno manifestándole sus opiniones, y éste era mi argumento.

Ahora ya los sucesos están muy lejos y ya la tranquilidad de los ánimos es otra; pero hasta hace muy poco tiempo, por todo el mundo en Barcelona, sin protesta de nadie, aquella medida se ha considerado como ineficaz, como débil y floja, y hasta ahora el Gobierno no tiene noticia de otra cosa. Ahora dice el Sr. Sol y Ortega: ¿y hasta cuándo se va a considerar necesario tener en suspenso las garantías constitucionales en Barcelona? Pues hasta que las circunstancias que exigieron la suspensión permitan que se levante. Su señoría dice que esas circunstancias ya no existen; pero es, Sr. Sol, que para S. S. no han existido nunca esas circunstancias, según ha afirmado esta tarde; y aunque se ha guardado S. S. la protesta hasta que ha venido al Congreso, el caso es que S. S. no puede ser voto en este momento, porque al fin resulta que ha protestado aquí y que ha dicho que no acepta la suspensión de garantías. Luego es claro que para S. S. las circunstancias que exigían esa medida no han existido jamás; pero hay otras muchas personas de Cataluña y muchos Diputados de aquella región que creen que aquellas circunstancias no han pasado; y el Gobierno, por las noticias que tiene de sus autoridades, también se inclina a esta opinión.

Pero en fin, y para que concluya este debate, yo no tengo inconveniente en aceptar la proposición que ha hecho mi amigo el Sr. Salmerón. Aquí hay representantes de Barcelona que pertenecen a todos los partidos políticos; ahora, probablemente dentro de pocos días, podrán ir los Sres. Diputados a sus distritos. Pues bien; si llegan a ponerse de acuerdo los representantes de Barcelona con las autoridades en que la suspensión de garantías no es de absoluta necesidad para la tranquilidad y el orden público en aquella provincia, yo declaro que se levantará, en seguida.

El Sr. AVILA: Eso es objeto de una ley, estando abiertas las Cortes.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): ¡Si voy en el camino que me ha trazado el Sr. Salmerón!

Claro está que si por un decreto puede el Gobierno suspender las garantías constitucionales estando las Cortes cerradas, por otro decreto puede levantar la suspensión. Podrá atacarse al Gobierno por hacer eso inoportunamente, pero no por faltar a la Constitución al levantar la suspensión de las garantías; esos ataques yo estoy siempre dispuesto a recibirlos. De manera que conste que voy en el camino del señor Salmerón.

Si los representantes de la provincia de Barcelona, que han de estar interesados naturalmente en la paz y en el orden de su provincia, creen con las autoridades que allí representan al Gobierno, que la suspensión de garantías constitucionales puede levantarse sin peligro para aquella región, el Gobierno no tiene inconveniente en comprometerse desde ahora por mi conducto a levantar la suspensión de garantías constitucionales cuando ese acuerdo se verifique.

Me parece que no puedo ser más complaciente y amable con el Sr. Salmerón; hago lo que S. S. me indicaba. Si con este compromiso les basta a los señores Diputados, podemos dar por terminado este debate, que, como todos los debates, no vienen bien cuando hace tan gran color. Espero, pues, la contestación de mi amigo particular el Sr. Salmerón.



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